Adolfo Schlosser. Bóveda

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Adolfo Schlosser. Bóveda

El artista austríaco Adolfo Schlosser (Leitersdof, 1939 – Madrid, 2004), galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1991, protagoniza esta exposición del Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) en la que a través de su escultura Bóveda (1992) se muestran algunos de los intereses y tendencias de la escultura actual, como la dimensión ecológica o la investigación sobre materiales orgánicos que apenas son intervenidos. Se puede visitar desde el 10 de junio al 7 de enero. 

En Bóveda se puede observar la verticalidad de los troncos seccionados de un abeto y tres circunferencias de piedras de cuarzo que las rodean, sugiriendo rituales ancestrales de culturas germanas emparentadas con la filosofía de simbología asiática. Este esquema concéntrico representa el círculo como una de las grafías más habituales encontradas en la naturaleza.

Schlosser llegó a España a finales de la década de 1960 y con él trajo una nueva forma de entender los códigos estéticos centroeuropeos. Formado en la Escuela de Artes y Oficios de Graz, posteriormente se trasladó a Viena para ingresar en la Academia de Bellas Artes, donde se interesó por la literatura y la música. Comenzó después una etapa de viajes diversos por todo el mundo hasta que recaló en España, donde se estableció definitivamente en 1967.

Atraído por el lenguaje formal de la naturaleza y por la escritura, convertirá su entorno en el elemento fundamental para construir toda su producción y junto a Eva Lootz, Juan Navarro Baldeweg y Patricio Bulnes fundará la revista experimental Humo. Su originalidad y el sentido que otorga al lenguaje estético, próximo al minimalismo y al land art, lo convertirán en una figura destacada del panorama nacional.

La escultura es el principal medio de expresión de su actividad artística, aunque también ejercitó la escritura, el dibujo (con el que realizaba bocetos previos de sus esculturas) y la música. Para realizar sus piezas utilizó, en un primer momento, plástico o metracrilato, la cuerda o la goma elástica, que después desplazó por  elementos orgánicos extraídos directamente de la naturaleza para incorporarlos a su imaginario. Piedras, palos, hojas, maderas, arena, etc… así como las matemáticas y la abstracción emparentada con los ritmos del entorno natural, le han valido para configurar un cuerpo de obra que lo reconecta con su entorno inmediato.

Sus obras constatan su capacidad evocadora de aparente fragilidad contrapuesta a la rotundidad de sus grandes instalaciones centradas en el símbolo de la espiral a partir de los años ochenta.

Crédito imagen:

Patri Nieto

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